El Valle de Constanza es reconocido a nivel nacional e internacional por su clima refrescante, pues en cualquier temporada del año, se puede disfrutar de temperaturas por debajo de los 20 grados Celsius, algo que en el resto de esta media isla resulta muy difícil, a excepción de dos o tres pueblos que gozan de esta característica.
Sin embargo, el haber el escuchado sobre Constanza y su agradable clima, no realmente te advierte o te hace entender la magia que se esconde en este hermoso y deslumbrante valle. Recorrer en bicicleta por el centro y conocer sus lugares icónicos no te diferencia del resto que va uno que otro fin de semana a disfrutar de buena comida, compañía, bebida y sobre todo, del agradable y contagioso clima, así como de las atenciones únicas que ofrece el Constancero.
Cuando sales en bicicleta a realizar un recorrido, lo primero que te asombra y te adormece la vista, es el panorama de las montañas, cubiertas en sus picos por ese manto blanco de las nubes, así como la neblina en cierto punto te nubla la visión de una manera agradable, refrescando tu rostro y mientras el sol por un costado trata por todos los medios de sobresalir ante tanto esplendor, para demostrar con sus fulgurantes rayos, lo hermoso de la vegetación y penetrar en lugares recónditos y que surcando a través del paso tranquilo y pausado de tu bicicleta, puedes admirar el cambio de colores del extenso y contagiante valle de Constanza.
Recorriendo Constanza en Bicicleta
Cuando te encuentras en la ladera de una de sus montañas, aquellas que divisas a lo lejos de forma imponente que recubren con su fortaleza a este inmenso y refrescante valle de Constanza, que inicias ese recorrido para tratar de alcanzar el punto más alto, y mientras vas por momentos jadeante, de repente giras la cabeza, tratando de buscar el aliento y te tropizas con ese abanico de colores que surcan de un lado a otro a Constanza, ahí, perplejo, quisieras detener el tiempo, que la subida sea más eterna de lo que ha sido, para presenciar y que de manera perenne, quede grabada en tu memoria tan deslumbrante paisaje.
Al bajar sigues divisando el verdor que no deja de sorprenderte, hasta que te tropiezas de manera reconfortante con uno de sus riachuelos, que te acaricia los pies y el frío penetrante hace que retomes las energías para seguir conduciendo tu bicicleta en búsqueda de más emociones y rincones a veces impenetrables y olvidados por aquellos que solo tratan de encontrar diversión en un entorno agradable pero monótono y a veces ensordecedor por la música de los diversos vehículos y personas que pululan por las citadinas calles de este hermoso Valle de Constanza.
En el recorrido la naturaleza no deja de deslumbrarte, de abrir no solamente los ojos, sino que penetra hasta el alma, conociendo y reconociendo plantas que te susurran de su encanto, para toparte de repente con exhuberantes casas y cabañas que adornan las montañas, y que de cierta manera crean ese contraste con la humildad del trabajador de la tierra que desde sus techos de zinc y la madera que apenas logra cubrir parte de ese espacio bien ganado, te lleva a admirar la belleza en ambos tonos.
Rodeando el Valle de Constanza desde la bicicleta, puedes ir admirando como en cada uno de los puntos sobresale su esplendor, cambiando de un lado a otro el tono de sus verdes, conjugando el mismo también con el multicolor que aportan los sembradíos de las diversas hortalizas, verduras y otros rubros que son cultivados de manera constante en este valle y el trabajo incesante de cada uno de los hombres y mujeres que diariamente recorren de sol a sol los mismos, para luego llevarlos a cada uno de los hogares dominicanos y muchos aún, logran romper la barrera de la media isla, llegando a otros países, donde pueden disfrutar de tan exquisitos productos.
Al terminar el recorrido de varias horas, te llevas la mayor de las satisfacciones, pues ese paisaje esplendoroso se queda prendado dentro de tu imaginación, y las imágenes vistas, recorren y te dejan absorto a cada instante, porque no habías concebido de tan mágico, frondoso y distinguido entorno, el cansancio desaparece inmediatamente te logras sumergir en las gélidas aguas que brotan desde cualquier baño en el que logres terminar.
Fuente: Revista OH, Alex Madera